Título: Tratado que escribió la Madre Teresa de Jesús a las hermanas religiosas de la Orden de Nuestra Señora del Carmen del Monasterio del Señor San José de Ávila.
Autora: Teresa de Jesús (Santa); también conocida por su nombre anterior a su monacato: Teresa de Cepeda y Ahumada, también nombrado como Teresa de Ahumada; o bien por el nombre unido a la ciudad de su nacimiento y monacato principal: Teresa de Ávila.
Editor: Teotonio de Braganza (arzobispo de Évora, Portugal, 1ª edición 1583); Gracián de la Madre de Dios con el impresor Guillermo Foquel (Salamanca, España, 2ª edición 1585); fray Jerónimo de la Madre de Dios (Salamanca, España, 3ª edición 1585); fray Luis de León (Toledo, España, 4ª edición 1588).
Año de publicación:
1583 (1ª edición, Évora, Portugal); 1585 (2ª edición, Salamanca, España); 1587 (3ª edición); 1588 (Toledo, España).
Género: Religión; Teología; Manual.
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Título: Camino de perfección.
Autora: Teresa de Jesús (Santa); también conocida por su nombre anterior a su
monacato: Teresa de Cepeda y Ahumada, también nombrado como Teresa de
Ahumada; o bien por el nombre unido a la ciudad de su nacimiento y
monacato principal: Teresa de Ávila).
Editorial: Austral.
Año de publicación: 2015 (1ª edición de María Jesús Mancho, profesora en la Universidad de Salamanca; la editorial Austral publica este libro en diferentes ediciones y dentro de la misma colección desde hace décadas, Austral, como editorial RIALP la publicó por primera vez en 1956).
Colección: Humanidades.
Nº de volumen en la colección: -No localizado-.
Género: Religión; Teología; Manual.
ISBN: 978-84-670-4376-1
Sea como sea, avancemos para enlazar a Teresa con Alcalá de Henares. La madre de Teresa murió cuando está apenas estaba empezando a entrar en la adolescencia. Razón por la cual fue internada en un convento de monjas carmelitas para trabajar como doncella de cámara y con la finalidad de ser mantenida, educada y, en la medida de lo posible, seguir manteniendo el nombre de la familia como una familia de perfectos católicos, que de hecho ya estaban profesando el catolicismo, pero la familia sabía todo lo que se decía de ellos por el pasado familiar. Teresa fue formada de esta manera en sus relaciones sociales y emocionales en un sentido únicamente religioso y ferviente hacia Cristo. El padre la llegó a sacar del convento, por ser su hija favorita, pero durante una grave enfermedad, que incluso la afectó en lo sucesivo a su aspecto físico, su tío le leía cada día textos de santos, profetas y la Biblia, hasta el punto que ella le pidió a su padre ser ingresada monja. El padre, según escribió ella misma en su autobiografía publicada por fray Luis de León tras morir ella, no quería e incluso lloró para pedirle que no lo hiciera, pero le dejó hacerlo, en el pensamiento de que ella, cuando creciera más, terminaría haciendo lo que quisiese. No obstante, es una mujer a la que se la describe con mucho carácter, hasta el punto que alguno de sus contemporáneos dijo de ella que tenía que tenía tanto carácter como un hombre o incluso "más que el más barbado". Pensemos que ante los rumores de origen judío de su familia y lo mal visto de cómo habían prosperado comerciando, ella además tenía en su contra en la España del siglo XVI el ser mujer en un mundo que la consideraba supeditada al hombre, y en estos momentos también, el hacerse monja, pues aunque las religiosas eran respetadas, sólo hay que consultar algunas literaturas de la época para darse cuenta del sentido de algunas mofas y chistes que tienen al mundo de monasterio femenino por centro. De toda clase, sin restricción y que ha llegado en parte, no en su totalidad, hasta el presente.
Teresa ingresó en 1535 en el convento de las Carmelitas de Ávila y, de paso, convenció a uno de sus hermanos para que hiciera lo mismo en un convento masculino. Su padre tardó en entregar la dote para que fuera monja en el convento, lo hizo en 1536. Como monja cambió su nombre a Teresa de Jesús, alcanzó ese grado de monja en 1537. Como su vida es muy conocida, resumiendo a grandísimos rasgos, su enfermedad seguía incurable y se encomendó a una curandera que decían que era eficaz. No sabemos si viene de aquí o de su especial y peculiar devoción por Dios, cada vez más extrema, que empezó a comer pan pasado, con moho, del que se sospecha que le daba alucinaciones que le hacían ver y hablar con Dios y la Virgen. Los más creyentes asumen que las visiones fueron reales, no alucinaciones. En torno a este tema sólo anotar aquí que la Iglesia consideró casi de manera inmediata, prácticamente incluso viva en sus últimos años, que era una santa, pero su proceso de canonización se hizo cuando ya había muerto, muy inmediatamente cerca a la fecha de su muerte. Se le reconocieron milagros, las visiones, cierta actividad iluminada por Dios y se la santificó. Lo que en estas notas nos interesa es su obra más mundana, no tanto la santificada. Proseguimos.
Si Teresa ingresó como novicia haciendo muchas amigas entre sus compañeras y que se llegó a decir que era muy jovial y alegre, en los tres años que mediaron desde su inicio de novicia a su nombramiento como monja, donde estaba además el padecimiento de su enfermedad que a veces la dejaba físicamente muy mal, ese carácter cambió de manera radical. Se volvió seria, estricta, severa, reflexiva, con mucho carácter, enérgica, llevó al extremo las prácticas religiosas habituales del convento forzando a las demás a seguir sus nuevos hábitos y costumbres, forzó el final del espíritu general de alegría en la comunidad, por otro general de respeto y oración a Dios (lo que no es lo mismo que eliminar los momentos de alegría, no se lea mal), y en fin, fue adquiriendo hábitos de penitencia y oración personales más allá de lo que se le pedía y por su carácter logró que el resto cambiaran en el mismo sentido. Habitualmente se ha dicho durante siglos que estaba escandalizada por la vida disoluta de muchas monjas que no guardaban las reglas religiosas de los conventos y quiso poner final a eso. Puede que haya en realidad una mezcla de eso y del cambio de su carácter, un carácter de una personalidad que en realidad se había formado dentro de una familia obsesionada con ser los más perfectos católicos para borrar lo que ellos llamaban "negra mancha", expresión que se lee incluso en algunas obras de Teresa de Jesús.
Teresa de Jesús fue escalando jerarquía dentro de la Iglesia católica en las posibilidades de una mujer. Ponía en orden a hombres y mujeres. Reformó la orden carmelita, eliminó lo que ella consideró irrespetuoso, inculcó la sinceridad de fe y de actuación dentro de los monasterios, fundó y refundó nuevos conventos y con ello se trasladó a numerosas ciudades en esa actividad, aunque su convento de origen estaba en Ávila. En esta actividad fue incitada por su confesor a escribir su autobiografía para ejemplo del resto de monjas y de las futuras. Cosa que hizo, y ellas la leyeron, aunque no fue publicada para el resto hasta 1588, gracias a fray Luis de León, con quien tuvo amistad y trato. De hecho, muchas de sus obras, sino todas, fueron publicadas de manera definitiva por él especialmente en ese año 1588, que las tenía ya revisadas y dispuestas. No quiere decir esto que no se conocieran esas obras anteriormente. Aunque su publicación fue posterior a la muerte de ella, la cual se produjo en Alba de Tormes (Salamanca) en 1582, estas habían sido difundidas de manera privada entre las monjas de los conventos de su orden y eran conocidas por algunos cargos eclesiásticos masculinos, que fueron precisamente quien la animaron y en algunos casos ordenaron a que escribiera o más consejos o más poesías para guiar a sus monjas. Esto no quiere decir que su obra no encontrara problema alguno con la Inquisición, pues eso ocurrió, al recelar estos jueces de si las visiones y arrebatos religiosos (tal vez estados médicos de catalepsia) eran obra de Dios o del diablo. Insistimos, Teresa fue hecha santa, fue canonizada.
El libro, que es una de las cumbres de la literatura mística del Siglo de Oro español, ha sido publicado innumerables veces desde entonces. Quepa decir aquí como edición actual la que hizo la editorial Austral en 2015, comentada y analizada por María Jesús Mancho, profesora en la Universidad de Salamanca, la cual ser reeditó en 2022, aunque Austral lleva publicando diversas ediciones de esta obra desde que era editorial RIALP en 1956. Es quizá la edición más veces consultada en los estudios de Bachillerato y universitarios.
La obra original contenía numerosas tachadura y reelaboraciones por la propia Teresa de Jesús, por lo que fue una obra a la que volvió numerosas veces antes de darla por definitiva. Fray Luis de León tuvo que discernir entre todo aquello cuál fue la voluntad de texto final de la autora. Ella, al texto, para la supuesta edición de 1579, incluyó cuatro avisos para las monjas de su congregación, que en buena parte fueron publicados en las tres primeras ediciones, a veces eliminando buena parte de lo que era realmente la obra en sí. Esto es lo que corrige fray Luis de León, entendiendo la voluntad de la autora como autora y como abadesa reformadora.
En el prólogo inicial de la propia Teresa de Jesús advierte ella que escribe la obra cuando le van llegando noticias de las horribles guerras que provoca la expansión de los luteranos y otros protestantes en Europa, y que, por ser ella mujer y no poder acudir a combatir las herejías, decide combatirlas como puede, que es dando ejemplo de su vida cristiana católica dentro del convento, y que esto lo hace extensible a sus compañeras de sacerdocio. Así mismo, dice, espera que todo lo que escribe para vivir más íntimamente ligadas a Dios, no sea algo que ofenda y vaya contra la Inquisición, pues su deseo no es crear una nueva herejía. Así pues, puede que la propia Teresa de Jesús tuviera alguna duda de cuál era el papel real de la Inquisición en cuanto a custodia de la fe suponía, pues es evidente a lo largo de su vida y otras obras, que ella consideró que su camino hacia Dios era recto y correcto... Insistimos, la hicieron santa.
El estilo de Teresa de Jesús fue muy accesible tanto entre el resto de monjas, como una vez publicada, pues era un estilo basado en el habla sencilla y común de la gente de la época, sin rebuscar en grandes recursos retóricos, ni teológicos, ni literarios. Trataba de guiar en su ejemplo personal y de cómo vivía ella a Dios a sus compañeras. Destacaba mucho lo que las mujeres, en general, monjas o no, sufrían al estar supeditadas a los hombres o al tener los hombres algunas prerrogativas que las mujeres no tenían. Pero más allá de eso defendía la vida sencilla, llegando a decir que Dios anda entre los pucheros (o sea que en el uso de cocinar para otros hay un acto de entrega), pero también sacrificada, no obstante ella comenzó a ir descalza y a imponer el ir descalzas al resto de monjas de la orden como sacrificio y penitencia personal como algo que Dios debía valorar positivamente, en opinión de ella. hace diversas advertencias y recomendaciones a las mujeres de su orden para no desviarse ni perderse en la rectitud del camino debido hacia Dios. En cierto modo es un manual espiritual y teológico. Una guía.
Hoy día, algunos sectores del feminismo reivindican a Teresa de Jesús como una de las primeras feministas, si bien otra parte del feminismo, así como de los historiadores y filólogos recuerdan que eso es relativo y en algunas afirmaciones escuchadas en lo tiempos más recientes, incierto o falso en el contexto histórico y social en el que se producen algunas de sus obras. Ahora bien, es cierto que fue una figura muy reivindicativa y con capacidad trasformadora que reivindicó al mundo de la mujer en su papel hacia Dios y la familia, pero fundamentalmente defendió la pureza y sinceridad de los actos acordes a lo que se decía creer, y esto vale tanto para la mujer como para el hombre. Habla, en el fondo, de la honradez, tema que era central en el sentir de ser de su familia. La limpieza de la honra. La limpieza de toda mancha. No ofender a los inquisidores implica ser limpios con uno mismo.
Quizá los inquisidores también necesitaban mirar en su propia honra.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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