Título: El Principito venido a menos.
Autor: Antonio Manuel Moreno (Antonio eMe).
Editorial: Ella Ediciones.
Año de publicación:
2024 (1ª edición; prólogo de I.A.).
Colección: Novela corta.
Nº de volumen en la colección: No consta.
Género: Novela; Teatro; Ensayo.
ISBN: 979-83-43648478
La obra está editada en tapa blanda, con un diseño de cubierta que contiene los colores propios del traje del Principito que pintó Saint-Exupéry. Tal como las ediciones del libro se vienen publicando desde la primera vez, aparece el personaje en su planeta, sólo que si entonces era en dibujo y mostrándole de niño, ahora aparece como un hombre mayor, algo demacrado y rodeado de montones de personas en traje, dando a entender que ahora mismo es un vagabundo. Lo cierto es que el diseño de cubierta mantiene la fotografía de este personaje a lo largo del libro, que queda ilustrado con otras fotografías, ahora en blanco y negro, mostrándonos a este personaje en otras actitudes que nos va narrando el libro. Ahora bien, todas estas imágenes tienen todo el aspecto de haber sido diseñadas y creadas con uso de tecnología de inteligencia artificial. Más aún, el libro contiene un prólogo introductorio firmado por I.A. Nada indica que I.A. sea una persona, pudiera ser el texto generado por Inteligencia Artificial. Si esto se cumpliera, quepa la posible discusión sobre su uso o su idoneidad, pero sí que correspondería, en líneas generales, con una determinada característica de Antonio eMe que se puede leer en el resto de sus obras, especialmente las poéticas: el juego con la confusión de lo real y lo irreal.
Y en ese juego de lo real y lo irreal, el autor desliza a lo largo del texto alguna vez la posibilidad de que quien narra la historia en primera persona del singular no sea el Principito, que además se describe a sí mismo como una persona que ha derivado en sobrepeso, todo lo contrario al personaje fotográfico de las ilustraciones, sino que sea el propio autor, o el personaje que ejerce de autor y que tendrá algún tipo de desequilibrio mental que le hace creer que es el Principito y se haya resentido con Saint-Exupéry, echando la culpa a este de todos sus males, por no cumplir las expectativas de la gente con él, empezando porque no sería un extraterrestre, sino que fue un niño de este mundo que pertenecía a una familia y un barrio desestructurados. Aunque en el fondo es posible que esté resentido consigo mismo porque todas aquellas bondades y promesas de vida hermosa prometida de niño a través de las palabras de Saint-Exupéry chocaron con la realidad de la vida según se va uno haciendo adulto y afrontando la realidad de las cosas que te van ocurriendo, como es el desamor, los engaños, la necesidad de dinero, las alcoholemias y otras cuestiones más reales, más de sueños infantiles sin cumplir y más de adulto que se da cuenta cómo es la vida. Por cierto, dato sobre el posible narrador, el autor por un tiempo, que sepa el que esto escribe, tuvo relación con el conjunto de barrios de Alcalá de Henares de mí mismo, y corresponderían algunas descripciones sociales y de ambientación de barrio pobre con los ambientes reales de nuestras vidas. Fuente de inspiración o deslizamientos autobiográficos, queda plasmado en el personaje, que sí, que queremos que sea el auténtico Principito. Como sea, no olvidemos que en 2019, cuando fue interpretada la obra, el actor fue el propio autor. No es una autobiografía, pero es posible que a este personaje le haya dotado bastante de sí.
En el fondo la construcción de esta novela de 2024, que probablemente podría funcionar como si fuera el propio soliloquio de 2019, se levanta sobre lo que se podría considerar un ensayo. Un ensayo ingenioso, eso sí, creado para atrapar al lector en una historia de ficción, pero ensayo a fin de cuentas. Un ensayo que es además o bien un análisis de la obra de Saint-Exupéry, o eso mismo más una excusa para poder hacer una crítica social severa, pero con humor, al actual sistema capitalista que va devaluando al ser humano a la calidad de producto y productor de beneficios, hasta el punto de desechar a la persona cuando la persona ni es producto vendible ni productor de beneficios. Pero también tiene algo de crítica a la utilización de los niños como productos de masas, al transformarse en juguetes rotos cuando su ser niño deja de existir, pues se vuelve adulto y lo infantil en él ya no existe. Como el autor dice en contraportada, donde confiesa haber nacido en 1972, la obra presenta el desencanto de las relaciones sociales y amorosas fallidas, así como una crítica a la sociedad del egoísmo, así llamada por él.
Para mi gusto personal quizá abusa del lenguaje coloquial, el cual en teatro puede ser una buena herramienta para definir el personaje, pero al pasar a ser una confesión novelada, su exceso me resulta demasiado, pero entiendo que con él define también la psicología del personaje narrador. Un personaje que habrá venido a menos y vivirá en la calle medicado, pero eso sí: es una persona con un lenguaje coloquial pero culto y con altas dotes de observación y reflexión. Hay también un gran número de citas y referencias culturales propias de la cultura del ocio televisivo, cinematográfico y musical entre la segunda mitad de la década de 1980 y la década de 1990. Esto volvería a ubicarnos en la juventud y vivencias del propio autor. Más aún, quienes pertenecen a las varias generaciones en las que la niñez y la juventud nos encontró allí, encontrará el sentido a numerosos chistes a costa de sucesos y personajes de la televisión española de entonces que la gran mayoría de generaciones posteriores ya no conocerán o les sonará de algo, sin saber muy bien su impacto en su época, y, cuando pasen más años, requerirán de una edición crítica con notas explicativas a pie de página.
Como decía, la estructura del libro se basa en un Principito al que hemos encontrado malhumorado en la calle, entre sus cartones, y que se dispone a volver a hablar contra su voluntad, aparente, de cuando era un niño y de su relación con Saint-Exupéry, al que detesta. Va desgranando situación a situación a situación de cada parte de cada capítulo de la obra original de 1943. Lo hace desde su crítica y su visión de adulto ya envejecido, resentido con todo el mundo imaginado por Saint-Exupéry, el cual no correspondía con el mundo real y, nos confiesa, no sólo no era un extraterrestre, sino que tampoco se encontraron en un desierto. Nos va narrando las metáforas y símiles que hizo el autor francés y de ahí, con resentimiento, nos va explicando lo que realmente contaba de manera oculta el célebre autor, descubriéndonos así el sentido de la frase del Principito que el más detesta, que lo esencial es invisible a los ojos.
Por ello la obra funciona también como ensayo, pues es todo un análisis de los sentidos más adultos y mundanos del cuento original de 1943. Saint-Exupéry ocultó en una historia amable una gran cantidad y carga de crítica social, crítica al capitalismo más egoísta, crítica a la hipocresía o a las realidades falsas, por paradójico que suene, crítica también a la vida misma, construida con falsas promesas que van matando la inocencia infantil con la que todos partimos. Y ahora Antonio eMe nos saca todo ello a la luz con un Principito demacrado y venido a menos, con humor negro, enfadado con Sant-Exupéry por depositar en muchas personas una idealización de inocencia en él.
El nuevo libro de Antonio Moreno es una novela, pero parte del teatro y funciona como ensayo. Desde la amabilidad de su prosa de ficción nos ha filtrado una crítica social actual. Lo esencial permanece invisible a los ojos. Es un elefante dentro de una serpiente que nos sirve de sombrero para protegernos la cabeza.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".
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