sábado, 25 de febrero de 2023

Los Puritanos o El respeto a la mujer

Título: Los Puritanos o El respeto a la mujer.
Autores: Carlos Arniches Barrera y Celso Lucio.
Impresor: [No encontrado, impresa en Madrid].
Año de publicación: 1894 (1ª edición).
Género: Zarzuela; Teatro.
ISBN / Depósito Legal: [No existían aún]

 

 Hay un error muy difundido y aceptado en España entera y sobre todo entre aficionados a la zarzuela y a la Literatura, reproducido incluso por la prensa local, como fue el caso del periódico Soy de Alcalá en su número de diciembre de 2017, mediante el cual se cree que el origen del dicho popular: "Quien  tiene un tío en Alcalá, ni tiene tío ni tiene ná", también pronunciado hoy día: "Como quien tiene un tío en Alcalá, que ni tiene tío ni tiene ná", corresponde a una obra de teatro escrita en solitario por el dramaturgo Carlos Arniches en 1901 y que se llamaba precisamente El tío de Alcalá, pero no es así, es algo erróneo. La obra existe, pero la frase en realidad surgió en 1894 en otra obra de teatro, esta vez escrita por el mismo Arniches junto a uno de sus colaboradores más habituales en aquellos primeros años, Celso Lucio. La obra era Los Puritanos o El respeto a la mujer. Lo que ocurrió es que según Arniches se fue haciendo más popular, una de las actrices de zarzuela del momento, Loreto Prado, le dijo que interpretaría una obra suya solo si incluía un argumento similar donde el protagonismo fuera totalmente de la mujer y se incluyera esa frase, de ahí la composición y la reiteración de 1901. Ya hablaremos de esa obra. Hoy vamos a comentar Los Puritanos o El respeto a la mujer, de aquel 1894.

Empecemos mencionando quién era Carlos Arniches, a nadie se le escapa que fue uno de los compositores de zarzuela y teatro de comedia aburguesada más importantes en el siglo XX, junto a los hermanos Quintero y otros. Había nacido en Alicante en 1866, siendo que su infancia y su juventud se vio afectada por el Sexenio Democrático (1868-1874) y la cercanía de los bombardeos sobre el cantón de Cartagena durante la Primera República. Era hijo de un operario de una fábrica de tabaco que tras la Restauración Borbónica se llevó sus instalaciones y sus empleados a Barcelona en 1880. Cinco años después, en 1885, teniendo sus padres una posición algo más desahogada, le mandan a Madrid para estudiar en la Universidad Central (la Complutense) la carrera de Derecho. Llega a Madrid por tanto con 19 años de edad. Sin embargo, en su estancia como estudiante pronto se vio atraído por la vida nocturna y de los teatros por horas de los cafés. Un teatro por horas era la representación durante una hora de varias obras cortas, lo que hoy día llamamos micro-teatro. Este teatro por horas comenzó en los cafés nocturnos, a modo de vodevil, pero pronto pasó a los teatros pequeños más populares. Arniches fue uno de los más habituales en las tertulias de los cafés del Madrid de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Por ello conoció a una gran cantidad de personas de todo tipo y condición, así como a otros intelectuales que le ayudaron.

Como sea, en 1887 publicó por primera vez, lo hizo con una biografía, al año siguiente, 1888, publicó un gran número de artículos no ficticios en la prensa de Alicante, entre las cabeceras en El Liberal, un periódico conservador. Pero lo importante es que ese mismo año comenzó a publicar y a llevar a escenarios pequeños cuatro primeras obras de teatro por horas junto a Gonzalo Cantó. A partir de ahí el resto de su vida estará dedicada al teatro y a la zarzuela, principalmente cómicos. Llegó a realizar cerca de doscientas obras, que a veces combinó con rarezas en él, como es la poesía u otros artículos de periódico. Aquel inicio de 1888 le ubica con 22 años de edad. En 1894 se casaría con Pilar Moltó, con quien tuvo cinco hijos, uno de ellos un arquitecto famoso con su mismo nombre. A la vez él se sentía políticamente monárquico desde la tendencia carlista. Era un ultraconservador y católico, pero su talante de vida nocturna y teatro popular hace que no sea un extremista total, siendo amigo de sus amigos, fueran sus ideas las que fueran. Esto le llevó también a promocionar y ayudar a todo tipo de personas, sobre todo del mundo del teatro, lo que hizo de él una de las personas más populares y queridas del momento. En 1898, con las pérdidas de Cuba, Filipinas y Puerto Rico y la catástrofe humana y económica que supuso, perteneció al ala regeneracionista del carlismo, por lo que estaba más abierto a aportar reformas con carácter de progreso para las clases populares y críticas duras a aquellos poderosos cuyos comportamientos públicos y privados no se orientasen a aportar algo a la sociedad en algún momento. Por ello, a Arniches se le suele encuadrar en la Generación del '98 y a la vez en los Regeneracionistas. Su fama creció desde ese momento, coincidiendo con la escritura de varias de sus obras más famosas, entre ellas la citada de El tío de Alcalá de 1901, que se popularizó mucho, de ahí el éxito del dicho que llega hasta nuestra actualidad en 2023. 

En 1910 se presentó a las elecciones por el Partido Carlista para ser elegido diputado en las Cortes, cosa que no logró. Su teatro era el más exitoso de la época, aunque normalmente gustaba sobre todo a las clases burguesas más pudientes o con negocios. Tomaba por temáticas y humor cuestiones costumbristas, algunas un poco ya del siglo XIX en contraste con aquel siglo XX donde se empezaban a expandir ideas de igualdad social entre las clases populares. De hecho su teatro chocaba con las innovaciones experimentales de García Lorca y otros autores, que llevaban al teatro cuestiones sociales nada amables con la sociedad burguesa, y a veces tramas complejas de entender para un público acostumbrado a historias cercanas a su modo de vida y compuestas tradicionalmente en un mundo real y con presentación, nudo y desenlace. Los años de la década de 1930 le mantienen con su público más veterano, aunque gozaba de gran éxito, hasta el punto que algunas de sus obras buscaron nuevo público siendo trasladadas al cine en la Segunda República, pero al estallar la guerra civil en 1936 se fue a Argentina, a Buenos Aires, donde seguirá componiendo, aunque con menos frecuencia. Aunque se le ha adjudicado el haberse ido para evitar un enfrentamiento fratricida y ubicándole más allá de lo político, lo cierto es que su militancia carlista estaba arraigada desde hacía muchos años, al margen de haberse burlado y satirizado a los sindicalistas más de una vez, hasta el insulto, en 1936, guste o no, Arniches tenía setenta años, una edad muy avanzada en la época y en el promedio de defunción de aquellos años. Al estallar la guerra él busca la tranquilidad y evitar el enfrentamiento yéndose de refugiado político a Argentina, pero ni la zona de la República tenía nada contra él, ni la zona golpista de Franco le perseguía. Más aún, terminada la guerra en 1939, él regresó en 1940 y vivió en Madrid siguiendo su labor hasta su muerte en 1943 con 76 años de edad.

El otro autor con el que colaboró para escribir Los Puritanos o El respeto a la mujer, Celso Lucio, en 1894, fue uno de sus amigos personales que hizo en Madrid cuando llegó en la década de 1880, y con quien realizó numerosas colaboraciones compartiendo autoría de obras desde 1889 a 1900. Eran casi de la misma edad, Celso Lucio había nacido en 1865 en Burgos. Era hemipléjico, lo que influyó enormemente en cómo veía la vida y en el uso del humor para hablar de lo adverso, tal vez por el buen sentido del humor llegó a ser amigo íntimo de Arniches. Se hizo dramaturgo colaborando con Arniches, iban a las mismas tertulias, compartían eventos y cafés y fue una persona emergente. Se hizo periodista entrando en la Asociación de la Prensa de Madrid en 1896, quizá uno de los factores que hizo que Arniches se acercará cada vez más a la actualidad desde el desastre de 1898. Celso Lucio comenzó a escribir en El Globo en 1902, en Madrid Cómico y otra prensa, entre ella en el suplemento del periódico monárquico ABC llamado Blanco y Negro. Murió en Madrid en 1915 con 50 años de edad.

En las obras de teatro de la zarzuela, el género chico, así como en el teatro por horas (antecedente del micro-teatro actual) se entendía que las producciones eran colaborativas y grupales, por lo que lo habitual era que los autores colaboraran entre sí a la hora de componer, de ahí que muchas obras de Arniches tuvieran un coautor, como es el caso. Más aún, a veces sin figurar por escrito en ningún sitio, las obras se componían a medida de las actrices y de los actores, con sugerencias o con lo que ellos deseaban interpretar, así como otros factores, como los de la persona que ponía su café o teatro y tenía unas necesidades determinadas y otras cuestiones personales y ambientales de todo tipo. También los músicos disponibles tenían su peso, en este caso contaron con la composición de Valverde y Torreglosa. La obra estaba en un único acto con más de una veintena de escenas. Esa es la única licencia experimentadora, pero en realidad se ajustaba a un teatro cómico breve.

Los Puritanos o El respeto a la mujer fue la vigésimo segunda obra que escribió Arniches, aunque lo hiciera junto a Celso Lucio. Como hemos dicho, fue escrita, representada y publicada por primea vez en 1894, teniendo varias ediciones, pues vivían de las funciones. En esos momentos el autor era popular en las representaciones nocturnas de Madrid, pero en general un tanto desconocido, dado que su fama total vendría tras 1898 al hacerse regeneracionista. 

Era habitual que estas obras tuvieran un doble título, el primero solía ser un mensaje del autor o autores al público, el otro era una aclaración de lo que se iba a hablar. En este caso Los Puritanos era el nombre dentro de la obra de un restaurante de Madrid cuyo dueño, Melchor, era un tenor de ópera retirado de origen barcelonés, que desea hacer así homenaje a la ópera Los Puritanos de Bellini. De fondo los autores advierten con ese nombre y con doble sentido, una advertencia que se adivinaba con la trama sobre las personas que dejamos entrar en nuestras vidas a la vez de las personas sencillas que se fían de todo el mundo, almas puras o inocentes. La segunda parte del nombre, El respeto a la mujer, parece que fue idea de Arniches en concreto, que en aquellas épocas había desarrollado una empatía por los problemas de la mujer en su vida sentimental y social cercana a algunas ideas de igualdad de género de hoy día (cercana, que no igual), aunque con un enfoque conservador, diríamos hoy, pero avanzado para su época. Eso pese a que desde el socialismo y el republicanismo la cercanía a la igualdad tal como la entendemos hoy día era mayor, especialmente desde el anarquismo de la época, muchas de cuyas ideas son realidades sociales de hoy, aparte de que en España fue el anarquismo el primero que introdujo las ideas de igual de género (el feminismo) en las clases trabajadoras de España, con más éxito que los socialdemócratas y que los republicanos burgueses. Sea como sea, esta obra es una de las primeras que hace que muchas mujeres de la burguesía tuvieran especial gusto por Arniches, pues defendía derechos de la mujer, pero no atacaba las injusticias de las diferencias de clases, o sea: no atacaba sus estilos de vida y el sistema que lo posibilitaba, ni sus creencias. Por otro lado, cuando Arniches elabora esta obra está a pocas semanas de casarse con Pilar Moltó, y este hecho y esa relación, en ese momento de novios prometidos, puede que influyera en el modo de ver la vida sentimental de la mujer en él, con 28 años.

La obra mezcla una exageración del lenguaje castizo o madrileño, pero innova introduciendo también una burla exagerada a expresiones mal formadas del catalán y hasta del vasco de personajes que aparecen. Se buscaba criticar una sociedad pobre embrutecida, también hay numerosas bromas a usos y costumbres en la población no acostumbrada a las convenciones sociales en restaurantes, lugares ambientados por las clases pudientes, no tanto las obreras. También había bromas que cargaban contra los amantes de la ópera, normalmente enfrentados a los de la zarzuela, siendo la ópera más representativa de las clases sociales más altas y ricas y las de zarzuela más cercanas a las clases burguesas más intermedias. En el fondo hay también una crítica social de los abusos de los más ricos sobre los más pobres, pero cuidado, porque no defiende tanto a las clases populares como sí a las clases medias. En los primeros actos sirva de ejemplo que aparece en el restaurante un grupo de sindicalistas del gremio del carbón liderados por Bernabé. Estos son retratados como personas sin educación, que se aprovechan de los indefensos y que además practican la corrupción y la traición de clase. De hecho, planean un falso banquete dándoselas de alguien, cuando no tienen dinero. La cosa no termina ahí, pues el dueño del restaurante, el empresario (clase media) les cree en todo y empieza a dar órdenes a sus camareros y empleados (clase obrera) para preparar ese banquete, son esos empleados los que hablando entre sí urden engañar a los comensales poniendo gato en lugar de conejo, medicina estomacal en lugar de vino (aludiendo a mezclas que se hacían con peligro para la salud) y otras artimañas por no haber nada en la despensa, y además encarecer la factura. La culpa del engaño del banquete es del sindicato, mientras que la estafa del banquete es de los trabajadores, quedando el empresario como víctima. Era parte de lo que es una obra de humor, evidentemente, pero a la vez reflejaba una visión conservadora en Arniches y en Celso Lucio, pues este tipo de bromas aparecen en otras de sus obras.

Bernabé, el líder sindical de los carboneros (que se declara contrario a los conservadores en un juego de palabras que se refiere a los que les gusta comer comida de latas de conserva y a la vez a la derecha política) está casado con Petra, y de ese matrimonio tienen a Dolores. Hace acto de aparición en ese momento Paulino, que está enamorado de Dolores, pero él también es un simple obrero sin dinero, por lo que, al ver el banquete que prepara su Bernabé en el restaurante, se inventa que es el sobrino de un tío muy rico que vive en Alcalá de Henares y tiene más mulas que el Ejército, no olvidemos que el cuerpo de caballería estaba en la ciudad. Todo tiene tono de humor, de ahí lo de las mulas, no de caballos. La Guerra de Cuba tuvo tres etapas, en marcha de 1868 a 1878, de nuevo en 1880 a 1881 y finalmente desde 1895 a 1898, aunque el desastre total fuera en 1898, y los muertos y fallos del Ejército en Cuba eran motivo del comienzo de mentalidades que pensaban que las cosas debían criticarse y cambiar, ya fuera desde el socialismo, desde el republicanismo o desde la monarquía regeneracionista o la más reaccionaria. La mentira de Paulino tienta a Bernabé para emparentar con él, por lo que se aviene a aumentar el banquete y traer a su hija Dolores para que le conozca, y a la vez el dueño del restaurante cree que va a hacer uno de sus mejores negocios, mientras los camareros preparan un caos de banquete. 

(Acto I, Escena III.)

SEÑOR BERNABÉ.- Na, es cosa de osequiar al tío de Paulino, que será algún ricachón de Alcalá; y que vea que semos gente de rumbo.
MELCHOR.- Ustet dirá lo que deseya.
SEÑOR BERNABÉ.- Pus na, misté, que se me va a casar una hija y necesitamos un cochinillo…, dos corderos y dos conejos…, seis kilos de lomo, una buena ensalada de atún, postres, organillo y el salón por nuestro; todo lo cual pa las ocho de la noche. Conque tenga usté en cuenta los animales.
MELCHOR.- Serán vostés servidos con limpieza y esmero.

En medio de estos discursos aparece la crítica de Arniches a la subida de precios de los artículos de primera necesidad, como el carbón, que lo encarece todo, y es motivo del descontento social, por lo que esta crítica política también le lleva a simpatizar con un público menos burgués. Arniches sabe equilibrar siempre esa postura que agrada a los burgueses, pero a la vez contenta con humor a los trabajadores al hablar de sus problemas, a pesar de que critique con humor descarnado a aquellos que les defienden laboralmente, los sindicalistas; como carlista que es probablemente prefería un sistema más paternalista, donde las clases adineradas tomaran medidas para las obreras, pero sin que las obreras tuvieran especial protagonismo en las decisiones que les afectan, un debate muy vivo entonces y aún vigente en algunos sectores patronales.

Mientras se van preparando todos para ese banquete aparece Pérez, un comensal con mucha hambre pero sin dinero, hambre que agrava uno de los jarabes que le dan por vino. No puede parar de comer, pero a la hora de pagar, no tiene dinero. Sin embargo, este Pérez es un viejo amigo de Paulino, que le encuentra allí, y como su mentira se le ha ido de las manos, pues Bernabé quiere que su tío vaya al banquete, le ofrece hacerse pasar por su tío de Alcalá a cambio de veinticinco pesetas (un duro), lo que Pérez acepta, pasándose a hacer llamar don Casimiro. Ahora bien, Pérez es conocido por Melchor, que le recuerda de Barcelona en la ópera, pero Pérez se hace el loco. Melchor se entretiene por una borrachera de su cocinero y Paulino aprovecha para mandar a Pérez a comprar cigarros puros (referencia a Cuba) para que los ofrezca en la cena, sin embargo, los puros no serán comprados. Es también una denuncia del hambre y la picaresca. A la vez, comienza a darse a entender que Paulino lo que pretende es tener sexo con Dolores, o sea: engañar a todos para abusar de una posición falsa y obtener sexo incluso con permiso del padre. Arniches y Celso Lucio advierten así de las falsas intenciones, de la manipulación y de los engaños a las mujeres, así como su uso por parte de familiares para medrar.

Sin embargo, llegado el momento del banquete, Pérez descubre que Dolores es la mujer joven con la que ha tenido un problema por el cual no ha podido comprar los puros, trata de ocultarse, pero no lo logra. Así que decide decir toda la verdad de que él no es el tío Bernabé, mientras huye Paulino al verse descubierto. Y es en ese momento que al desdoblarse a sí mismo descubriéndose le dice al sindicalista Bernabé: 

 (Acto I, Escena XXI.)

SEÑOR BERNABÉ.- De modo que el tío de Alcalá...
PÉREZ.- Ni era tío, ni era ná.

La obra no terminará ahí. En una escena posterior nocturna Paulino es llamado a una cita en el parque de las Vistillas de Madrid, en el que ya en una obra de Calderón de la Barca del siglo XVII decía que si te llamaban a una cita donde habrías de salir mal parado lo suyo era no acudir. Paulino acude, contra su propia voluntad, porque la mala suerte quiere que ande cerca, sea descubierto y llevado de la solapa. Bernabé pretende obligarle a participar de un duelo a muerte. Paulino logra cambiar su suerte prometiendo casarse con amor con Dolores y trabajar para mantener ese amor, en un juego de palabras que viene a referir también que dejará de ser un tarambana y sentará la cabeza mediante el trabajo.

Así es como nació el dicho en una obra lírica de teatro de horas y zarzuela de 1894 que será menos popular y conocida que la obra que lo hizo popular del todo en 1901. 

"Quien tiene un tío en Alcalá, ni tiene tío, ni tiene ná", broma que pudiera también aludir a la forma de ser de los alcalaínos orgullosos de su pasado de grandezas pero que en ese momento no existía y la ciudad parecía un pueblo con ruinas, es contestado por los alcalaínos de hoy día, desde algún momento posterior de la gran migración rural a las grandes ciudades durante el franquismo en las décadas de 1950 a 1970, con el dicho "Como el que es de Madrid, que ni de aquí ni de allí", en defensa de una bajada de humos de los que se ríen con mala intención siendo de Madrid capital.


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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