domingo, 2 de julio de 2023

Recuerdos complutenses de Ángel María de Barcia

Título: Recuerdos complutenses de Ángel María de Barcia
Autor: Julián Martín Abad (con obra de Ángel María de Barcia).
Editorial: Brocar, abc.
Año de publicación: 1994 (1ª edición; introducción de Julián Martín Abad).
Género: Ensayo; Memorias; Ilustración, Fotografía; Arte.
ISBN: 978-84-87068-04-9

 

Una obra que salió publicada en 1994 era en realidad el compendió de otras obras que se habían ido creado en el siglo XIX sobre Alcalá de Henares, sólo que en aquel momento no formaron libro. El mérito de compilarlas y formar un libro con ellas fue de Julián Martín Abad, y el autor del siglo XIX fue Ángel María de Barcia. Julián Martín Abad se preocupó de hacer una laboriosa labor de investigación, búsqueda y estudio de la obra de Ángel María de Barcia, en este caso respecto a lo que este pudo crear en relación a Alcalá de Henares. Escribió para ello una introducción a modo de ensayo y transcribió las notas del autor decimonónico a modo tanto de memorias del artista como de comentarios de cada una de las imágenes que realizó de la ciudad en su época. Incluía el libro fotografías del siglo XIX en la ciudad, y numerosas acuarelas de Barcia a su paso por Alcalá. Contenía muchas láminas. Fue una obra muy profusa para el interesado en lo artístico y en la memoria visual y el estudio del pasado mediante la imagen. El libro se llamó Recuerdos complutenses de Ángel María de Barcia. Fue publicado por la editorial alcalaína Brocar, abc, que editó quinientos ejemplares numerados en una única edición numerada y cubiertas duras con tela, lo que hace que ahora mismo esos ejemplares sean objetos de colección revalorizados, sobre todo por lo inédito de la compilación, nunca antes realizada y porque porque posteriormente a 1994 tampoco hubo ni reediciones ni otras compilaciones similares. Es una obra bastante única, muy inédita. Nos sirve para conocer la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX y en los comienzos del siglo XX. Barcia fue un testigo gráfico excepcional, incluyendo que a sus dotes pictóricas se le sumaba sus conocimientos ampliamente adquiridos en biblioteca y archivo. Conocía de primera mano mucha de la obra inédita de una gran cantidad de autores previos a él.

 Ángel María de Barcia y Pavón había nacido en Córdoba en 1841. Desde muy joven le atrajo el Arte y por ello le mandaron a formarse a la Real Academia de San Fernando, en Madrid. En 1858, con 27 años de edad, presentó públicamente su primera obra pictórica dedicada a Cádiz. Entre 1875 y 1877 viajó a Italia y tomó contacto con la Academia Española de Roma, donde empezó a aprender de los grandes autores italianos del Renacimiento. Fue pintor y escritor, pero también se hizo miembro del Cuerpo de Bibliotecarios y Archiveros del Estado y pasó a trabajar en la Biblioteca Nacional de España, donde dirigió la sección de "estampas" dado su carácter pictórico. En 1901 publicó un primer catálogo extenso de estampas. Hurgaba profundamente en los fondos de archivo tratando de sacar a la luz en múltiples catálogos estampas de artistas de la Edad Moderna poco conocidos. También se dedicó a defender la autoría de retratos pasados, como el de Cervantes, mientras a la vez producía su propia obra. Como la presente a su paso por Alcalá de Henares, tan cercana a Madrid. Se dedicaba a pintar lo que le interesaba de la ciudad en acuarela. Falleció en Madrid en 1927.

Quien compiló su obra realizada con la temática complutense, Julián Martín Abad, es un Doctor en Filología, Literatura Hispánica por la Universidad Complutense, pero también es documentalista. Al igual que Barcía, pero un siglo después, formó parte del Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios. De 1994 a 2006 fue Jefe del Servicio de Manuscritos, Incunables y Raros en la Biblioteca Nacional de España. Durante ese periodo fue muy activo y llegó a ser también académico de número de la Academia de Historia y Arte de San Damaso (1997), académico correspondiente de la Real Academia de la Historia (2001), miembro de número del Instituto de Estudios Madrileños (2002) y sócio correspondente da Academia das Ciências de Lisboa (2004). También esquilmó los fondos publicando numerosos catálogos de obras poco conocidas o inéditas. Es de creer que pudiera que se sintiera hasta cierto punto identificado o con una vida relativamente paralela a Barcia. Entre 2006 y 2012 siguió ejerciendo aunque ya jubilado. Fue entonces que fue Jefe del Servicio de Manuscritos e Incunables de la Biblioteca Nacional de España. Siguió investigando. Una vez retirado pasó a ser miembro de número del Centro para la Edición de los Clásicos Españoles (2013) y socio numerario de la Societat Catalana d́'Estudis Litúrgics (2018).


Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".

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