Título: El Colegio Calasanz-Escolapias de Alcalá de Henares. Palacio de Jacinto de Aranaz y de Jean Laurent, última obra conjunta de José y Alberto Churriguera (1725-2025).
Autor: Vicente Fernández.
Editor: Provincia Paula Montal de Madres Escolapias.
Año de publicación: 2025 (1ª edición; saludos introductorios de Amelia Ramírez de Nicolás -Madre Provincial de la Provincia Paula Montal de Escolapias-; y de Rosa Carmona Elizalde -Coordinadora del Equipo de Restauración de la Escalera Monumental-).
Género: Arquitectura; Historia; Arte; Biografía.
ISBN: 978-84-09-69617-8
Vicente Fernández nació en Alcalá de Henares en 1956. Siempre residió en la ciudad. A pesar de que mucha gente le considera historiador formado, él no se formó en Historia, si no en Ciencias Políticas y Sociología. Otra cuestión es que sus actividades personales, especialmente en los últimos años (década o década y media larga), como guía activista de los lugares históricos de la ciudad, o como defensor de los árboles urbanos, y su vida laboral en general se han visto vinculadas a la cultura y a la Historia de la ciudad. Posiblemente tenga más modos de cronista que de historiador, pero tiene desde luego una larga trayectoria de historiador no por formación, sino por devoción. Persona que recurre a los archivos y las publicaciones y trata de estar al día en todo evento y conferencia cultural que se va produciendo en Alcalá. Y en ese sentido acumula mucho saber y datos en su cabeza.
Sí es cierto que ha impartido cursos de Historia, que divulga la Historia de la ciudad y que publica e interviene sobre ello en prensa escrita y en las cadenas de radio locales como Cadena SER-Henares, Onda Cero Alcalá, La Luna de Alcalá y quien esto escribe no sabe si ha pisado ya Radio CreActividad, lo que es bastante probable puesto que lo que atañe al tema de su nuevo libro le ata a Miguel Ángel Simal, dramaturgo y actor de teatro que dirige y es técnico de sonido de dicha emisora. Fueron Vicente Fernández, Miguel Ángel Simal y Rosa Carmona, profesora y directora del centro escolar, los que impulsaron la restauración de la escalera monumental en 2019 y su posible uso cultural posteriormente.
En todo caso, en su actividad laboral ha sido en el pasado Jefe de Protocolo y Director de Festejos del Ayuntamiento de Alcalá en los años 1990, con ayuntamiento del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), ha sido guía de turismo (como hemos dicho ahora sigue haciendo de guía de manera voluntaria y por iniciativa propia, pero no de modo laboral), y se le ha conocido mucho a lo largo de la década de 2000 por haber sido propietario y comerciante de una tienda de productos culturales y turísticos en la mismísima Calle Mayor, y aunque Turismo e Historia no son los mismo ni persiguen el mismo fin, es una actividad en cierto modo ligada a la Historia. Lo que sí le acerca quizá más plenamente a la Historia es haber sido comisario de exposiciones y diseñador de maquetas históricas de Alcalá de Henares, una ambientada en el siglo XIII y la otra en el XVIII, siendo estas parte expuesta en alguno de los edificios a visitar en la ciudad.
Es una persona muy valorada, popular y apreciada por sus conocimientos, por parte de multitud de personas, medios de comunicación e instituciones, así como por parte de otros personajes públicos.
El libro con el que hoy hablamos de él, de título explicativo extremadamente largo, casi a modo de título típico de la época del Barroco, o propio de quienes alguna vez entramos en la carrera de Historia y nuestros profesores nos decían: "al grano, acota", El Colegio Calasanz-Escolapias de Alcalá de Henares. Palacio de Jacinto de Aranaz y de Jean Laurent, última obra conjunta de José y Alberto Churriguera (1725-2025), [corrijo lo que se entiende error en cubierta, pues donde aquí se lee una coma a mitad de título, en impreso aparece como punto, pero seguido de minúscula y no de mayúscula], es quizá su obra más ambiciosa y perfecta hasta la fecha con un gran trabajo de investigación detrás, que le duró tiempo realizar, como debe ser en toda investigación histórica, si bien quizá, para quien esto escribe, aún se podría buscar más, por ejemplo entre los legajos del Archivo del Corregimiento de Alcalá de Henares conservado en el Archivo General de la Administración, que llega a citarse en el texto, pero que no aparece ni en notas ni en referencias documentales. Es una sugerencia por si algún día alguien desea ampliar más, o bien si Vicente Fernández se lanzará en el futuro a seguir indagando más aún. En todo caso, el autor nos anota la consulta de diez archivos y tres grandes bibliotecas, así como la colaboración con varias fotógrafas y fotógrafos, entre ellos personas conocidas de Alcalá, como Pilar Navío o Baldomero Perdigón, y cita a una serie de personas que le ayudaron con las labores de investigación, entre ellos más personas de Alcalá, arquitectos, gente de la cultura, personas de las Escolapias, otros investigadores, etcétera. Es una labor ingente y trabajada que aporta nuevos y numerosos datos.
El libro se pudo publicar no sólo gracias a la Provincia Paula Montal de Madres Escolapias, sino también a cierto apoyo del ayuntamiento de Alcalá de Henares, pero sobre todo por la activación en 2024 de una petición de ayuda a modo de micromecenazgo a través de Internet, que hizo que numerosas personas listadas a final de libro dieran pequeñas aportaciones económicas que posibilitó la edición en tapa blanda plastificada y solapada, con un interior que incluye numerosas fotografías a color que apoyan visualmente los ejemplos y aportaciones documentales de la tesis de Vicente Fernández, si bien hay que apuntar que son de dimensiones pequeñas y en algunos casos se hace necesario fijarse mucho en la imagen o usar algún tipo de lupa. En líneas generales son útiles e ilustrativas del ejemplo que se cite en cada caso, eso es innegable. Entre las personas que aportaron dinero se leen tanto nombres de personas anónimas, como personas conocidas de Alcalá ya por la vida social de la misma, la cultura, la política u otros aspectos, como su ligazón al colegio. Sirve el libro de este modo indirecto también para conocer en parte de la vida social alcalaína del primer cuarto del siglo XXI.
El libro fue publicado en el III centenario de los hermanos Joaquín, 30 de septiembre de 1724, y José Benito, 2 de marzo de 1725, y el 275 aniversario de Alberto de Churriguera, 27 de febrero de 1750. Se hace evidente que el libro trata de reforzar la tesis de Vicente Fernández sobre la innegabilidad de la autoría de los hermanos Churriguera en las obras de remodelación en la primera mitad el siglo XVIII del palacio perteneciente a Jacinto de Aranaz, que fue un noble, hombre de negocios, uno de los regidores de Alcalá de Henares y lo que podría equipararse en nuestros a alto cargo de Hacienda en su época, aunque caído en desgracia por un caso de corrupción, precisamente financiando su palacio de Alcalá mientras él vivía en Madrid. Murió en 1724.
No obstante, la actividad de Vicente Fernández se une de manera plena y decidida a la recuperación de la memoria histórica de esta escalera monumental del palacio, la restauración de la misma y del palacio, y el fomento de este espacio para actos culturales de la ciudad, cosa que incluso recoge a final de libro aportándonos nombres de más personajes y grupos de la ciudad que han sido de los primeros en actuar en este sitio. Todo en el intento de conservar el conjunto y darle la importancia merecida. No hay que olvidar que, paradójicamente, y tal como se detalla en el libro, fue precisamente la instalación del colegio de las Escolapias a partir de 1904 lo que ha creado gran pérdida y deterioro de la arquitectura y decoración histórica del lugar. Desde la modificación de la planta baja para crear una capilla, al derrumbe de otras lugares en la década de 1970 para crear espacios útiles para el colegio, pero que eliminaban lo histórico e, incluso, ocasionaron serias grietas en la cúpula sobre la escalera, ya restaurada gracias a la actividad desarrollada desde 2019. Paradójicamente, pues, aunque en los años 1980 fue una concejala del PSOE quien logró evitar que se destruyera esta arquitectura, es el interés de Fernández, Simal y las Escolapias las que han logrado su restauración, recuperación y difusión artística, cultural e histórica.
Como sea, el lugar plantea poner una sala expositiva de otro de sus inquilinos célebres, el fotógrafo Jean Laurent, del siglo XIX, quien restauró la escalera con pinturas y escudos y cuyos artistas que trabajaron para él dejaron su marca, según se ha descubierto en las obras de restauración. Hay que pensar también que el colegio de las Escolapias a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI no sólo es recordado como tal, sino que más allá se le recordaba como Casa de Laurent o Palacio de Laurent, en referencia a este afamado fotógrafo francés que se afincó en Alcalá. Por lo que el libro nos trae a la memoria y vuelve a restaurar en la Historia local a Aranaz en el siglo XVIII, que fue quien encargó las obras para crear dicho palacio. También recupera la memoria de otro célebre habitante de la casa en el siglo XIX, Narciso de la Escosura, dramaturgo, escritor y político a nivel nacional. Incluso, también, nos recuerda que el edificio fue usado durante al guerra civil de 1936-1939 para albergar a los pilotos rusos a favor de la República y fue sede del PSOE en los años bélicos.
Haciendo un conjunto de todo el espacio del colegio de las Escolapias, se nos menciona que una pequeña casa propiedad de los hermanos Azaña (entre ellos Manuel Azaña) fue comprada antes de al guerra y en ella se hizo la actual capilla del colegio tras la guerra.
Se ha de entender con todo esto que la obra de Fernández trasciende la Historia del Arte, que es de lo que iría el libro según el título, y entra de lleno en la Historia biográfica de todos sus habitantes y propietarios desde 1610 hasta la actualidad, que incluso se remonta a relatarnos la Historia de las casas y gentes que las ocuparon cuando era barrio morisco en la Edad Media y sobre todo lo que de ellos dicen los documentos históricos en el siglo XVI, inundación torrencial incluida y deterioro de una antigua mezquita pasada a iglesia, hoy desaparecida en la calle Santiago. Así el libro nos narra la Historia de esta parte de la ciudad desde el siglo XVI, la historia del espacio y del edificio desde entonces, y la Historia biográfica de numerosos personajes, especialmente de Aranaz, los hermanos Churriguera y de Jean Laurent. Aunque el tema central sería la escalera monumental y la defensa de la tesis de que esta escalera anónima deja de serlo por ser de los hermanos Churriguera en su última obra juntos, pues uno de ellos muere y la acaba el otro, en realidad nos aporta nuevos datos históricos de Alcalá de Henares desde lo social, lo político, lo económico y hasta de su fisonomía. Es más, para quien esto escribe, el mayor valor historiográfico del libro no es tanto la tesis de una escalera barroca tardía de los Churriguera, que se da la mano con el Neoclásico, sino que rellena algo muy poco rellenado en los libros de Historia de Alcalá: su Historia social, política y económica del siglo XVIII y la de determinados personajes históricos poco o nada mencionados del siglo XIX que vivieron allí.
En ese sentido quizá yo hubiera recomendado darle una vuelta de tuerca al título, aún cuando lo que se busca es recuperar la memoria y dar importancia sobre la arquitectura de este edificio.
Tiene el libro también un amplio número de páginas repasando las obras y biografías de los Churriguera, haciendo comparaciones artísticas, especialmente con edificios de Nuevo Baztán y algunos de Madrid capital. En esa lectura pareciera que ellos solos fueran el Barroco español, aunque no sea así, pero es verdad que ellos son los principales arquitectos de nuestro Barroco. Era extraño la ausencia de obras suyas en Alcalá de Henares, y aunque en los últimos años han habido defensores de que el Colegio de Basilios (actual Aula de Música y danza de la Universidad) contiene como mínimo una portada de ellos, la escalera y portada del palacio de Aranaz pasaba o por el anonimato o por adjudicaciones de autores que algunos investigadores dudaban, como el cronista García Gutiérrez. Vicente Fernández parte su tesis de que ante la ausencia de documentos concretos y literales que liguen las obras a los Churriguera, hay otros documentos cruzados de las biografías de Aranaz y los Churriguera que vendrían a reafirmar esta tesis. Pero para Fernández lo fundamental es que donde no llegan las pruebas escritas documentales apuntando con el dedo directamente, llegaría el contraste de estilos arquitectónicos de los edificios de los Churriguera que están reconocidos plenamente con los elementos de la escalera, la cúpula, la portada y otros elementos del palacio. Para Fernández todos estos contrastes son una confirmación sin duda de su tesis. Personalmente guardo dudas y puntualizaciones analizando lo que el texto dice y en contraste con el conocimiento de lo que eran los autores y formas de expresarse documentalmente y artísticamente en esa época. No obstante, parece una tesis bastante sólida y probable. Es bastante posible que Fernández lleve razón, aún cuando quien esto escribe cree que se necesita aún un poco más. Tanto en Historia como en Historia del Arte, deontológicamente, salvo que exista una prueba directa, clara e irrefutable, cuando se dan casos de tener que investigar y lanzar una hipótesis sobre una autoría o hecho, a veces se necesita de una segunda voz independiente que venga a confirmar que la primera voz es la acertada o que eso parece evidenciarse. Repito, aunque yo a mí mismo me formule preguntas sobre los datos ofrecidos, es posible que Fernández haya dado con la clave.
Pero lo que más me gusta es que Fernández no liga la Historia del Arte a una mera cuestión estética, sino que la ata correctamente a la Historia viva y de la vida de la ciudad y de las personas. Ese es el mejor de los enfoques. Y le invitaría a que si vuelve sobre el tema, explicado los estético y explicado lo humano y social, ahora dé un paso más e interprete lo que las estéticas barrocas de los Churriguera y reformas de Laurent pudieron querer decir a quien aquello viera.
Vicente Fernández cita a comienzo de libro las pocas obras donde se habló de este edificio y de la escalera. Me llama la atención que no se hiciera eco de una publicación y conferencia del Institución de Estudios Complutenses que en la década de 2010 hablaba de la escalera desde la perspectiva de las reformas de Jean Laurent, lo que hizo que algunos autores atribuyeran la misma a este. Yo estuve en aquella conferencia. Pero esto es menor, pues puede que por la razón que sea se le escapase este evento y publicación. Yo mismo lo he tratado de rastrear superficialmente para escribir estas notas y se me escapa, aunque lo debo tener en algún tomo de Actas por mi casa. Sin embargo, lo que sí me llama la atención poderosamente es que omita el libro Historia colectiva de Alcalá de Henares (2023), dirigido por el cronista oficial actual, Sánchez Moltó, pues en esa obra reciente, apenas un año y medio o dos antes del libro de Fernández, sí hay un capítulo, el dedicado al siglo XVIII, que habla de este palacio dentro del Barroco tardío y comenta muy brevemente la escalera como escalera palatina, por lo que esta publicación se habría adelantado un poco apuntando en cuanto al estilo barroco tardío del XVIII y no romántico del XIX, aunque no supera toda la dosis de investigación y datos que nos da Vicente Fernández. Claro que aunque sí cita varias obras de la autora de dicho capítulo, Carmen Román, ni en notas ni en bibliografía aparece Sánchez Moltó, lo que puede ser mera casualidad o que Moltó nunca haya escrito sobre el tema, o que de haberlo hecho no le haya aportado datos o reflexión a Fernández. Sin embargo, dado que Fernández aporta todas las obras donde previamente se habló de la escalera, sólo por esa anticipación de Carmen Román en su capítulo, la obra debería haber aparecido en mención, notas y bibliografía.