Título: Parajes de lo incierto.
Autor: Óscar L. Ayala.
Editorial: Alacena Roja.
Año de publicación: 2013 (1ª edición digital); 2014 (1ª edición impresa; prólogo de Enrique Villagrasa).
Género: Poesía.
ISBN: 978-1493606139
Hemos hablado hasta ahora en estas notas de
Óscar Ayala como profesor de Educación Secundaria que ha publicado varios
libros pedagógicos para la Enseñanza Primaria y la Enseñanza Secundaria, así como Bachillerato, pero comentábamos en aquella primera nota sobre él que también es un poeta de Alcalá de Henares, activo en diversos recitales públicos junto a otros poetas, como los que se celebraban en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá en la década de 2000, como el del "No a la Guerra" de 2003, donde yo también participé y coincidimos en balcón, o los que se celebraban entre 2015 y 2016 en el bar El Laboratorio. Ayala ha muerto relativamente joven en la primera mitad de este año 2024, razón por la cual salió la noticia en prensa local, mientras algunos volvían a publicar en papel de periódico poemas suyos y el Instituto de Educación Secundaria Antonio Machado le dedicaba todo un homenaje que llenó su sala de numerosa gente pública de la cultura, la educación y la política alcalaína. Por todo ello, quepa hoy comentar uno de los libros de poesía que nos ha dejado Ayala. Hagámoslo con
Parajes de lo incierto, libro que publicó en digital en 2013 y que en 2014 lo hizo en papel, con prólogo de Enrique Villagrasa, a través de la editorial Alacena Roja. Contaba el libro con unas cubiertas rústicas solapadas, en colores térreos, que tenía en su cubierta el cuadro
Paisaje Infernal, hoy día atribuido a un discípulo de El Bosco y exhibido en el museo de El Prado.
Óscar Ayala nació en Carpio de Tajo, en Toledo, en 1967. Estudió Filología Hispánica, Derecho y Humanidades, se vinculó a la Universidad de Alcalá de Henares, más o menos también en el entorno del catedrático cervantista y escritor
Emilio Sola. De hecho como investigador en Alcalá de Henares, donde se asentó, se orientó a profundizar en la vanguardia literaria española, aunque a pesar de ello también realizó estudios y ediciones críticas de
El estudiante de Salamanca, de Espronceda, y de
El Buscón, de
Quevedo, entre otros autores clásicos. Es en esta etapa de la década de 2000 que participa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares de recitales experimentales en el Día de la Palabra, que poco después el propio ayuntamiento hará marca de ello, cambiándole el sentido original que le dio tal facultad en su origen, incluido el "No a la guerra" de 2002-2003, con motivo de protestas pacíficas contra la Guerra de Irak que apoyó el gobierno de España en manos de José María Aznar (Partido Popular). Combinó la gestión cultural y la labor editorial con hacerse profesor de educación secundaria en el Instituto Antonio Machado de Alcalá de Henares (antigua Universidad Laboral de Alcalá). Se involucró de parte de la vida cultural de la ciudad, especialmente ligada con la Universidad y lo académico. Fundó y dirigió la editorial Fugaz Ediciones. Ganó diversos premios literarios de poesía y relato. Su primer libro publicado fue el poemario
Atanor. Parque de atracciones poéticas (2001), aunque publicó otros varios, como
Meskerem (2012), el presente
Parajes de los incierto (2013),
El síndrome Panero (2015),
Voix Vives, antología toledana 2018 (2018),
Sueños de lirios (2019) y
Yacimiento (2023). Destacó a un nivel nacional por dirigir la colección de poesía
Rayo Azul, de la Editorial Huerga y Fierro, razón por la cual su fallecimiento en este 2024 tuvo eco en la prensa y secciones literarias de España, no sólo en Alcalá de Henares. Como se ha dicho, en 2015-2016 participó de la vida cultural de El Laboratorio, donde se cruzaron y se conocieron diversas generaciones de creadores de la ciudad. Él también publicó
diversos manuales de educación primaria y secundaria entre 2012 y 2023. Estos mismos manuales los usaba como profesor en su plaza como tal en el instituto Manuel Azaña, donde coincidía con otro profesor, este de Historia, también poeta,
Carlos Mazarío.
Parajes de lo incierto comenzó a crearse, sin que el propio autor aún lo tuviera en mente en 2001, año en el que sí creó y publicó su primer poemario ya citado, Atanor. Parque de atracciones poéticas. La cuestión es que en 2001 escribió ya algunos de los poemas del poemario que comentamos y que terminó apareciendo en digital en 2013 y en papel en 2014, ya completo con todos sus poemas actuales. Para el gusto de quien esto escribe, es su poemario más perfecto, pero además pareciera que lo escribiera él mismo para este 2024. Paradójicamente, por su temática, el lector podría pensar que lo estaba escribiendo a sabiendas de una larga enfermedad terminal, cosa que no es el caso, no que uno sepa. Dado que su inicio empieza en 2001 y se podría dar por acabado en 2013, queda muy lejos del diagnóstico de la enfermedad que nos privaría de su presencia en los primeros meses de 2024. Cabe la posibilidad de que hacia ese 2013, o quizá para su edición en papel de 2014, pudieran tener ya los médico y él mismo algún atisbo, y por ello que algunos poemas empezaran a orientar a la obra en ese sentido. Sin embargo, este dato lo desconozco. Podría caber como hipótesis para un lector que desconozca los datos más al detalle de su vida, como es el caso. Sea como sea, al margen de datos biográficos hipotético, motivaciones posibles y contexto creativo y personal del autor, la obra tiene una potencia por sí de gran valor literario, humano y personal.
Efectivamente, el título ya de por sí nos indica el elemento motivador como poemario de conjunto, el leit motiv. Parajes de lo incierto hace referencia concreta y metafórica a aquellos lugares desconocidos a los que nos dirigimos en la vida, no exactamente lugares físicos, sino a aquellos lugares existentes o inexistentes que puedan haber tras la vida, lo incierto, la incertidumbre de a dónde va la existencia. El muy extenso poema XIII es quizá uno de los poemas que mejor recoge esta motivación de la obra. Fijémonos en sus últimos versos:
(...)
Y la noche en la noche se derrama
y se pregunta el héroe
qué hará cuando rebose.
Y a veces
-demasiadas-
se pregunta
dónde duerme su nombre,
agazapado, esquivo,
y sobre todo
se pregunta
cuándo saldrá a su encuentro.
No es verdad que vendrá.
Tan sólo aquel que sabe que la feroz rompiente
es tumba
llega.
La perduración del nombre propio y de las palabras pronunciadas o escritas en vida es lo que en el poema se sugiere que otorgan cierta vida posterior a la muerte, aún a pesar de que la inexistencia será la que primará al que una vez existió. El héroe, que no es otro que la persona, cualquier persona que ha vivido, que vive, espera al menos su nombre en su tumba para ser recordado y pervivir. Espera un reencuentro desde la otra vida con esta vida, y se pregunta por el momento en el que esto ocurra, pero dice Ayala que no es verdad que ese encuentro prometido de vida ultraterrena se vaya a producir porque si el mar es la muerte, haciendo alusión al poema fúnebre de Jorge Manrique, y las olas entonces son el ir y venir de vida, existe una rompiente de olas que es la tumba, por lo que jamás se regresa a la tierra. La muerte es permanente.
Pero es cierto que la palabra se transforma en lo único cierto que queda tras la muerte, si se conserva, sólo que nada garantiza el recuerdo ni de la palabra ni del nombre, y esta idea se repite de muy bellas formas a lo largo de bastantes de los poemas del poemario; en algunos de esos poemas dice: "suéñame dulcemente, / inalcanzable verso"; o bien: "En lo más alto de lo blanco el sacrificio / de la memoria / florece"; y también: "¿Esa ciudad es, dime, mi destino? / ¿Tanta luz es posible, tanta energía / libera una metáfora?". Y sin embargo, ante el conocimiento de la muerte y lo incierto de los parajes tras ella, el héroe, que es todo aquel mortal que la única certidumbre que tiene de sí es que ha de vivir sin saber qué hay detrás de la vida, se dice en otro poema: "No quiero, sin embargo, estar presente / el día de la victoria. / No hay victoria sin muerte".
Resulta interesante en el poemario una nueva línea poética, tal vez entre lo experimental y la edición crítica, que Ayala nos introduzca en varios poemas notas a pie de página de algunos versos indicándonos caminos variables que pudo haber tomado, como versos bifurcados, apócrifos al poema, pero también versos y palabras de otros autores que vienen a hablar de lo que él habla. De tal modo lo hace que realmente, más que notas a pie de página, parecen ramas en verso que nacen del tronco principal del poema. Se puede ver muy notablemente en el poema I, pero también en otros. Una de esas bifurcaciones en ese poema dice:
(...)
hasta que grito
hasta que por fin lentamente la ascensión escisión es catapulta
hasta el punto y aparte. [3]
Acento, punto, fuego, incluso oro
la vacuidad perfecta.
(...)
Siendo que la acotación realizada por Ayala bifurca el poema justo en esa nota "[3]" que dice:
No quiero ya más golpes de muñeca
en versos viejos,
quiero morir, morir, nacer y bifurcarme, cáncer dulce lingüístico
y mortal.
Ayala es un poeta muy atrevido y se siente en confianza de hablar francamente y libre, sin deber nada a nadie, y resulta incluso agresivo diciendo al lector las realidades que él siente. "¡Zape! ¡Aparta tus vistas de estas hermosas ruinas! / De lo que sean comienzo o alimento soy el dueño absoluto". El poemario también tiene atisbos de lances de amor y diversos paisajes a modo de alegorías que ilustran la vida presente y la incierta. No obstante los primeros versos que dan paso a los de Ayala, son unos citados de Mallarmé, uno de los poetas malditos del siglo XIX francés.
Entre el verso libre de extensos poemas se va desarrollando un Ayala que no tiene freno para hablar de lo que le inquieta en la incertidumbre. Se permite experimentar con las formas del verso y sus ritmos, que alternan el verso breve con el largo según necesite el temperamento y la musicalidad. Es un poemario muy bien estudiado en sus palabras y en sus formas de expresión. Contiene ideas y parajes que nos crean imágenes mentales a la vez que nos lanzan todo un mensaje. Un poemario mucho más que digno.
Reseña escrita por Daniel L.-Serrano "Canichu".